Sipnosis
El destino llama a la puerta de la periodista Clara Cobián el día que recibe el encargo de trasladarse a Nueva York para realizar la biografía de Greta Bouvier, la anciana dama más misteriosa de la alta sociedad internacional. Viuda durante más de 50 años del carismático millonario Thomas Bouvier, Greta es una maestra en el arte de esconder secretos y de manipular a los que la rodean.
Sin embargo, las dos mujeres están unidas por su relacíón con Hinestrosa, uno de los escritores más famosos de España, que fue profesor de Clara en la facultad. Ambos mantuvieron un tormentoso romance del que Clara no salió muy bien parada. Mamen Sánchez recrea una época y unos personajes con un poder de evocación incuestionable.
“Agua del Limonero”, Este es un libro del que no puedo escapar sin que resulte evidente el objeto del brillo de mis ojos… la primera frase con que me asalto era una que decía que un libro es un espejo de lo que sentimos… y es por eso, que me arrastran las pagina y me siento a leer….
Es una historia contada desde el corazón, historias de varias personas envueltas en el drama del amor, la pasión, los apegos a pesar de diferencias de edad, de clases sociales, de rangos o jerarquías.
Puedes ver como el dilema de parejas que se separan, porque uno de ellos necesita dejar ir a quien ama porque no quiere amarrarle a sus amarguras, a sus arrugas, a sus tristezas o a sus inseguridades. La otra, tratando de descifrar el porqué de esa repentina ruptura, su deseo de continuar, su incipiente amargura, su nuevo rechazo al amor. Como el desamor lleva a conclusiones vanas, el amor es una porquería, porque y para que conocer a alguien con quien compenetrarse, porque fue tan natural y tan intenso para ahora perderse.
Es una historia contada a dos tiempos, entrevistadora y entrevistadas, desde el Acapulco de los años 50, el Madrid de la estudiante y el profesor, y el Nueva York contemporáneo, la autora embarca a los lectores en un interesante viaje.
Te reto a leer Agua del Limonero.
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Frases de Agua del Limonero
«Desde ese día, Gabriel Hinestrosa no pudo volver a pensar en Clara sin saborear la dulzura ácida y fresca de la limonada. Tuvo una revelación. Aquella niña era para él como agua del limonero en una tarde de agosto. Alivio para su sed».