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En el programa de hoy conversaremos sobre Talleres Escritura Creativa, con la participación de la escritora Elizabeth Villamán.

Elizabeth Villamán

Escribir es mucho más que redactar, es construir… Dicen que “las tertulias literarias, o las reuniones entre escritores para leer y compartir sus textos, existen desde siempre, con la idea de crear textos diversos y experimentar con el lenguaje de una forma lúdica, (y dirigido no solo a los futuros escritores sino a otras personas que simplemente disfruten del hecho de escribir sin querer profesionalizarse) “

Un taller desde un punto pedagógico suponen “una forma de enseñar y sobre todo de aprender mediante la realización de «algo», que se lleva a cabo conjuntamente.  Es un aprender haciendo en grupo.”

La escritura creativa es mas bien la intencion de mostrar una realidad, una emoción, un mundo propio a partir del lenguaje. 

Allí se trabaja para aguzar la mirada de los participantes sobre su realidad y potenciar la capacidad de dotarla de sentido resignificándola.

El primer taller que se constituyó como tal en Europa fue OuLiPo, Taller de literatura potencial fundado a comienzo de los 60 en París por Raymond Queneau o Georges Perec, entre otros, y que contóse dice que participaron Cortázar o Calvino.

Estados Unidos con los talleres de escritura creativa, con un formato parecido al actual. Entre los métodos mas interesentes algunos participantes comentan que el método de Tom Spanbauer era uno de los mas impactantes: «Estás sentado con otras nueve personas en la cocina del escritor y no tienes idea de cómo iniciar un relato. No sabes cómo poner en práctica el método de la autoindagación. El taller se llama Escritura Peligrosa, y después de la explicación de unos conceptos y un par de lecturas, el maestro Spanbauer te asigna la tarea de escribir la primera frase de un cuento. Para decirte si, en su opinión, vale la pena. “¿Qué es lo que más te duele?”, te pregunta, recordándote el método de la autoindagación. “¿Qué es lo que más te avergüenza?

En Iberoamérica los talleres de escritura se popularizan a partir de los 70 (comienzan a gestarse en los 60). Muchos de ellos surgen en las universidades y terminaron convirtiéndose en centros de resistencia activa, donde practicar la libertad de opinión y de pensamiento.

Comenta Mario Levrero, escritor uruguayo, definiendo su taller en Montevideo, que su definición más exacta sería: taller que promueve ejercicios de imaginación con fines creativos, con expresión escrita pero que está destinado no solo a escritores sino a toda clase de artistas e incluso a gente que, en otro tipo de actividad, necesite de la imaginación. El evaluador de los ejercicios escritos que envían los alumnos es como el médico que, mala comparación, examina los resultados de análisis clínicos para diagnosticar a su paciente.

Cuando hablamos de compartir y crear, no podemos dejar de mencionar algunos aforos que dejaron grandes raíces de letras compartidas.

El taller de escritura creativa son un espacio para explorar la imaginación y ampliar sus horizontes. Construyendo espacios a través de la escritura.

La generación del 98, Conformada por escritores españoles que en la última parte del siglo XIX, autores como  Miguel de Unamuno, Ramón del Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Pío Baroja, Vicente Blasco Ibáñez y Antonio Machado. Solían reunirse y conversar  acerca de los problemas que aquejaba su país o para burlarse de las extensas frases que empleaban las obras Realistas en sus descripciones.  Aportaron una nueva estética en las letras, un puente hecho de patriótico romanticismo, nuevas corrientes filosóficas irracionales y una estilística moderna.

Los poetas malditos un grupo de intelectuales franceses de finales del siglo XIX que renovaron la lírica para siempre. Paul Verlain, miembro de este grupo, publicó en 1884 una serie de ensayos titulado Los poetas malditos, en la que se describe la relación directa que hay entre la estética provocativa de sus poemas y su estilo de vida irreverente y bohemio.

Utuilizaron los excesos de sus estilos de vida provocadores  e irreverente, tan intensamente como su obra. Algunos hicieron parte del movimiento Parnasiano, otros del Simbolismo y otros del Decadentismo. Algunos pasaron de uno a otro movimiento, y a su vez, todas estas corrientes inician el Modernismo en la poesía y se consideran precursoras de las vanguardias literarias.

El grupo de Barranquilla

Los escritores latinoamericanos estaban fuertemente influenciados por la versatilidad que demostraban los norteamericanos de la Generación Perdida, pero hacía falta, con ese uso de la técnica, mostrar la realidad mágica de estos pueblos. El grupo de Barranquilla significó el ambiente en el que cuajó de mejor manera esta idea.

Se dice que se alimentaban tanto de la crítica seria como de la charla pueril y socarrona para solventar una obra que mostraría esas características: por un lado, el mundo maravilloso y soñador del Realismo Mágico, y por otro, una carga de humor casi espontáneo que configuraría una literatura sorprendente y vivaz.

En Colombia, el colectivo de El grupo de Barranquilla fue el núcleo donde se forjó una expresión latinoamericana que recorrió todo el mundo. García Márquez, que fue el más descollante del grupo, no sólo representaría una visión de mundo de un pueblo costero de Colombia, sino que sería la bandera de todo un movimiento que representaba al llamado «boom» latinoamericano. La avanzada literaria esta vez estaba a cargo de Latinoamérica y el grupo de Barranquilla fue decisivo.

El español Antonio Jiménez Morato. Comparaba un taller de escritura con un gimnasio y decía lo siguiente:

“Un taller es un punto de encuentro, pero también una plataforma de investigación. Personal y social. En un taller no se aprenden tan solo recursos y trucos destinados a hacer más eficaz un texto, que también, sino a encontrar en la escritura una herramienta para conocernos mejor a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Escribiendo se ordena el pensamiento, se clarifican ideas y sentimientos y el proceso de construcción de un texto puede servirnos, también, para construir nuestro universo. Por eso un taller de escritura no es tan solo un lugar donde ‘aprender a escribir bien’, sino, sobre todo, un lugar donde poder comprender los mecanismos de la sociedad y de nuestra mente y nuestro cuerpo. ….

El señalaba que “Por eso un taller de escritura es beneficioso para todo aquel que quiera conectar con su imaginación y trabajar con palabras o con imágenes transmitidas mediante palabras. Es un camino muy arduo para enfrentarlo a solas”.

Elizabeth Villaman.

Escritora, guionista, docente y actriz. Ingeniera Industrial de profesión hasta el 2016 cuando viajó a España por un sueño: Escribir. Nació en Santo Domingo, República Dominicana, en 1992. Se graduó en la VIII promoción del Máster en Narrativa e intensivo en Guiones de Cine, (Escuela de escritores, Madrid, España), y un Máster en Estrategias de creatividad orientada a las personas, (Universidad Europea Miguel de Cervantes). Fundadora de Escribir es HOY. Ha dado talleres creativos en España y Estados Unidos.

Ha ganado diversos reconocimientos, con publicación de antología con otros autores de manera nacional e internacional como: Seis Tonos de Negro (Ediciones PG, 2019), Belleza Fatal y otros cuentos (Funglode, 2017), entre otros. En el 2019 fue la primera ganadora de la beca de Residencia Literaria en Coruña, a través de la fundación René del Risco Bermúdez. Las Islas Rotas es su libro de cuentos